Mujeres de Baena participan en una animada tertulia en el programa “A vivir que son dos días” de la Cadena SER

Estudios de "A vivir que son dos días" de la Cadena SER

En el programa “A vivir que son dos Días” de la Cadena SER, en tertulia y desde Baena, se pone en valor la labor de las mujeres que, a pesar de los cambios, siguen siendo fundamentales en la vida rural.

Baena ha sido escenario de una tertulia que ha destacado las historias de mujeres rurales que, con pasión y trabajo, mantienen vivas las tradiciones de la agricultura en el siglo XXI. En el programa de la Cadena SER, «A vivir que son dos días», la subdirectora del programa, Lourdes Lancha, viajó hasta esta localidad para conversar con mujeres que, a pesar de las dificultades y los cambios en la modernidad, siguen siendo fundamentales en el campo baenense.

La emisión del espacio puso en primer plano la vida y el trabajo de estas mujeres, que comparten una conexión profunda con la tierra, la familia y las costumbres. En la mesa de tertulia se sentaron Encarna, Nani, Rosario, Ángela, María Jesús, Ana, y Esther, quienes con sus relatos tejieron un tapiz de historia, sacrificio y esperanza.

Las historias que contaron estas mujeres fueron, en muchos casos, la de toda una vida dedicada al campo, un trabajo que ha cambiado mucho pero que sigue siendo esencial. Nani, una de las protagonistas de la conversación, recordó sus primeros años trabajando en la recogida de aceitunas. «Yo me fui a recoger aceitunas con 12 años. Trabajábamos mucho. A las 8 de la mañana estábamos comiendo migas, a las 8 y media al campo. Cuando eran las 9 y media o las 10 menos cuarto, teníamos las manos encogidas del frio. Dábamos dos carreras, subíamos y bajábamos, y se nos quitaba el frío», relató Nani

A pesar de los avances en la maquinaria agrícola, como las vibradoras y las sopladoras que han sustituido a las manos de las trabajadoras, muchas de ellas coinciden en que, aunque el trabajo ha cambiado, el esfuerzo sigue siendo intenso. «Yo siempre le decía a mi padre que no se podía comparar el trabajo de antes, cuando solo podíamos coger 7 olivos, con el de ahora, donde se pueden recoger 150 o 200 olivos», explicó Rosario. Sin embargo, la mecanización ha dado paso a nuevos retos, como la falta de conversación y la rápida transformación de una labor tradicional en una tarea más solitaria.

Una de las características más notables de la tertulia fue el protagonismo de las relaciones familiares en la actividad agrícola. Para María Jesús Serrano, la alcaldesa de Baena, que también fue parte de la charla, el campo es parte de su vida cotidiana. Destacó lo importante que es mantener la explotación familiar.

Sin embargo, a pesar del cariño por el campo, también hay una presión por el relevo generacional. «A veces pienso, si mi hija sigue con la carrera y no continúa en el campo, ¿quién lo hará?», dijo Ana. Este sentimiento de querer asegurar el futuro del campo baenense fue compartido por las mujeres presentes en la tertulia, quienes, aunque desean lo mejor para sus hijos, también temen que el campo quede en el olvido si no se transmite a la siguiente generación.

Esther, una ingeniera agrónoma que colabora con los agricultores, puso en valor el papel de las mujeres como innovadoras dentro del campo. «Es cierto que la mayoría de las mujeres en el campo siguen desempeñando labores muy duras, pero cada vez más jóvenes están interesadas en seguir el camino de sus padres, aunque con un enfoque más profesional y menos rudo. Hay muchas mujeres jóvenes que se dedican al campo, no solo como trabajadoras, sino también como gestoras, agricultoras tecnificadas», explicó Esther.

El cambio hacia la modernización no ha sido fácil. Rosario recordó cómo, en tiempos pasados, las mujeres se encargaban de todo en la casa antes de salir al campo, donde la jornada se extendía hasta la noche. «Las mujeres dejaban la casa fregada, la comida hecha, y luego se iban al campo. Y cuando regresaban, tenían que ir a la fuente a cargar agua, mientras los hombres descansaban», recordó.

Sin embargo, a pesar de los avances, el trabajo sigue siendo exigente. Aunque la mecanización ayuda, las mujeres que participaron en la tertulia subrayan que no se trata solo de tecnología, sino de cómo se ha transformado el modelo productivo.

Un futuro lleno de retos.

El campo, según las participantes en la tertulia, sigue siendo el motor de la economía local, pero con la esperanza de que las nuevas generaciones tomen las riendas. En un mundo rural que se enfrenta a la despoblación y a la falta de relevo generacional, estas mujeres se mantienen firmes. Nani lo resumió perfectamente: «El campo te da la vida, te da todo lo que necesitas y es una vida sencilla, tranquila, llena de paz.»

El programa de la Cadena SER dejó claro que, aunque el trabajo en el campo siga siendo tan arduo como siempre, las mujeres rurales de Baena tienen algo que no se puede mecanizar: la pasión por la tierra, la unidad familiar y el deseo de preservar sus tradiciones.

El futuro del campo no depende solo de las máquinas, sino de las manos y los corazones que siguen trabajando la tierra día a día, tal como lo hicieron las generaciones anteriores. En Baena, el campo sigue siendo el hogar de las mujeres rurales, cuya historia no es solo un legado del pasado, sino un motor para el futuro.

 

«A vivir que son dos días» logró captar, a través de sus voces, el sentir de estas mujeres que luchan por mantener vivo un oficio y preservar la esencia de una vida que conecta el trabajo, la familia y la tierra.

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