Todos los años en torno al 28 de abril, Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) se moviliza para recordar a la sociedad cordobesa un problema que no aparece, no se ve, no cuenta: la siniestralidad laboral. Este año dada la extraña realidad que nos ha impuesto la pandemia del COVID-19, la enfermedad y la muerte en el trabajo es aún más invisible si cabe.
El exceso de información sobre el virus (llamado paradójicamente
“intoxicación”), ha dejado al margen situaciones sangrantes como la enfermedad y la muerte en el trabajo. Por ello, se hace más necesario que nunca recordar que en nuestro país se produjeron en 2019 más de 635 mil accidentes de trabajo con baja (un aumento del 7,7%) de ellos más de 5.000 fueron graves y 695 personas murieron.
En Andalucía las muertes se elevaron a 121, siendo la primera comunidad en el ranking, mientras que en la provincia de Córdoba ocurrieron 9.568 accidentes laborales, 12 de ellos mortales. Estos días hay que tener presente al personal sanitario, a los cuerpos de seguridad y a todas las personas empleadas en actividades esenciales y que están enfermando y muriendo a consecuencia de su trabajo. También es siniestralidad
laboral.
Más de 13 trabajadores muertos a la semana no parecen representar un problema si esta pandemia de la siniestralidad laboral no se contagia, sobre todo a los que detentan el poder económico. Al parecer, es más fácil y da “mejor imagen” hacer alguna que otra donación, que gastar el dinero en promover la seguridad y la salud de tus trabajadores.
Mientras que en cualquier “crisis” donde se producen muertes, se buscan responsabilidades, en la siniestralidad laboral no. La invisibilidad y la tozudez de medios e instituciones en denominarlos “accidentes” han conseguido que en el inconsciente colectivo tengamos grabado a fuego que, en su mayoría, ocurren debido a
la fatalidad o mala suerte. Siendo así, nadie es responsable, nadie es culpable. No hay que investigar en las causas. Caso cerrado Como presidente de la HOAC, movimiento de la Iglesia inserto en el mundo del
trabajo, me siento en la obligación, por una parte, de continuar denunciando esta situación de ausencia de trabajo decente, fruto del insaciable beneficio económico, la ambición empresarial, la escasa formación de los trabajadores y la falta de inspección y control; y, por otra, de sacarla a la luz, hacerla visible, instando a asociaciones, organizaciones e instituciones a una mayor implicación en el acompañamiento a las
víctimas y sus familias y que, al igual que en la lucha contra el virus, pongan todos los medios para que los muertos en el trabajo no sean los muertos olvidados.
En palabras del Papa Francisco: “…cada uno está llamado a un compromiso efectivo de solidaridad y de apoyo ante quien es víctima de accidentes en el trabajo…”
Tenemos la vacuna: la Ley de Prevención de Riesgos Laborales y nuestro compromiso de solidaridad ¡Inyectémosla!
HOAC DE CORDOBA
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