Inaugurada la nueva «Plaza de la Memoria», en la ampliación del Cementerio Municipal, la escultura «Puerta a la Memoria», obra del artista local Francisco Javier Flores Castillero y la inscripción colocada en uno de los muros del camposanto.
En el acto estuvieron presentes los miembros de la Corporación municipal, encabezados por su alcalde, Salvador Cubero, el diputado de Cooperación y Memoria Democrática, Ramón Hernández así como miembros de distintos asociaciones y colectivos de Memoria Democrática de la localidad y provincia.
El concejal de obras públicas del ayuntamiento menciano, Jesús Delgado, ha explicado que “desde hace años el Ayuntamiento viene trabajando en la ampliación del cementerio, centrada sobre todo en la construcción de nuevos nichos y columbarios. Ha sido en la última fase de las obras, ejecutadas con cargo al PFEA, cuando se ha llevado a cabo la habilitación de este nuevo espacio”
En relación a la Escultura Jesús Delgado ha destacado que “la obra, cargada de simbolismo, ha sido elaborada en acero corten, mide unos tres metros de altura y dos de ancho y presenta una huella digital rota, en alusión a la fragmentación que hubo en nuestro país y que causó tanto dolor.”
Por último, ha señalado que “la inscripción viene a explicar el cometido de esta plaza, y ha sido compuesta letra a letra, contando con cerca de 400 caracteres. Inscripción y escultura han sido financiadas con cargo a un programa de ayudas de la Diputación provincial”.
Javier Flores. Artista Visual
Esta escultura pública ha sido un proyecto largamente deseado por el pueblo de Doña Mencía, que a través de su equipo de gobierno en el Ayuntamiento lo ha puesto en marcha, con la colaboración de la asociación que lleva el mismo nombre Puerta a la Memoria, dedicada a la recuperación de la memoria histórica y democrática en la localidad. Se ubica en una Plaza de la Memoria, en la ampliación del cementerio municipal, espacio expresamente diseñado para la colocación de la pieza creada por Javier Flores, junto a una inscripción conmemorativa en una pared anexa.
Respecto a obra, lo primero que percibimos es la forma abstracta y minimalista de una puerta, expresada como un simple doblez del plano, lo que provoca además que la pieza se sustente muy establemente por sí misma, dando lugar a una abertura en el espacio por la que visual e incluso físicamente puede introducirse el espectador. En lo simbólico, la puerta evidencia la necesidad de adentrarnos en la problemática que conduce a la memoria democrática en toda su complejidad, frente a la ignorancia premeditada y al desconocimiento sobrevenido que ha imperado durante tantos años de cierre y ocultación.
El segundo trasunto es la huella dactilar, icono siempre de la identidad, y en este caso no lo es de un individuo concreto sino del conjunto del pueblo español. Una suerte de laberinto identitario, camino sinuoso lleno de ondulaciones y de quiebros, tortuoso como en ocasiones lo es el destino de las personas y de las sociedades, trazado por líneas que se arremolinan en la parte central dando lugar a un torbellino, que pudiera sugerir las turbulencias impetuosas y los atropellos de la contienda durante la guerra civil.
Y como tercer elemento y no menos importante está la grieta o herida. Pues se trata de una huella fisurada, resquebrajada casi por la mitad, surcada por una profunda cicatriz que amenaza con fragmentarla en dos mitades (evocadoras del mito de las dos Españas) pero con una parte central todavía cohesionada, capaz de sostenerse físicamente.
Ambas formas, huella y grieta están descritas en negativo, es decir caladas o vaciadas sobre el plano de acero, de manera que, por la ubicación de la obra en relación al sol, hacia media mañana se proyectarán esas mismas formas sobre el suelo de piedra de la plaza durante unas horas, suscitando ante el espectador la sensación de arrojar luz sobre las sombras. Respecto al tamaño, se ha buscado la optimización respecto a una monumentalidad que no pecara de excesiva, ni descomunal, ni pretenciosa; teniendo la escala humana como la mejor medida de todas las cosas.
En resumen, la intención del autor es que esta escultura pública no sea una propuesta parcial, maniquea o partidista, sino que se funde en la idea de propiciar el acercamiento a la problemática en su conjunto, adentrarnos en la complejidad con la intención de dignificar a las víctimas, de reconocer las heridas como requisito previo a toda reconciliación. Que sea depositaria de esta memoria y entendida como tal por el pueblo de Doña Mencía es su objetivo primordial
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