Con motivo de la celebración del DÍA DE LA SAGRADA FAMILIA, y en el contexto de la pandemia originada por la COVID-19, que ha generado una crisis mundial, sanitaria, social y económica sin precedentes, queremos ofrecer nuestra reflexión sobre las dificultades que están viviendo las familias obreras.
En la actual situación, la pobreza se ha hecho más profunda y extensa, la desigualdad ha aumentado, el trabajo asalariado se ha precarizado aún más. Los derechos sociales, ya recortados, no cubren las necesidades más básicas, favoreciendo la crispación, la desesperanza y el miedo. Cómo pone de manifiesto el último estudio de Cáritas, una vez más la crisis no ha sido igual para todas las personas ni para todas las familias. Las más frágiles han visto como más rápido e intensamente sus condiciones de vida empeoraban, y en la mayoría de los casos se hundían al perder el empleo que realizaban y los exiguos ingresos que tenían. Dice el informe: «el impacto en los ingresos de los hogares ha sido de tal envergadura, que ha provocado que tres de cada diez hogares, atendidos por Cáritas, no dispongan ahora mismo de ningún ingreso.»
Esta crisis y el confinamiento, ha evidenciado también la importancia de una vivienda digna para cualquier familia: «se ha agravado la delicada situación que ya existía y nos sitúa más cerca de una emergencia habitacional, son muchas las familias que no disponen de dinero para pagar la vivienda ni los suministros, y que se ven abocadas al desahucio.»
La convivencia se deteriora, la brecha digital (que afecta al rendimiento escolar), la dificultad para conciliar la vida laboral y familiar, la incertidumbre ante el futuro… han aumentado los conflictos familiares y han producido un deterioro en la salud de las personas.
La doctrina social de la Iglesia, nos recuerda que un trabajo digno es esencial para formar y mantener una familia, a través de él, las personas adquieren un conjunto de derechos sociales que permiten dar estabilidad y seguridad a las familias.
El Papa Francisco nos urge a afrontar el desafío de recuperar un lugar principal para el trabajo y la protección social eficaz, como garantía de una vida social digna, cuando nos pide: “crear una nueva mentalidad que piense en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos”
En su última encíclica “Fratelli Tutti” nos dice cuando habla de la Solidaridad: «en primer lugar me dirijo a las familias, llamadas a una misión educativa primaria e imprescindible.
Ellas constituyen el primer lugar en el que se viven y se transmiten los valores del amor y de la fraternidad, de la convivencia y del compartir, de la atención y del cuidado del otro…..» La familia cristiana está llamada a ofrecer el testimonio de una entrega generosa y desinteresada para mejorar los problemas sociales.
La situación actual nos plantea un reto para quienes nos llamamos cristianos. La HOAC y sus militantes, desde nuestra identidad cristiana y obrera, estamos comprometidos en esta tarea de hacer presentes los valores del Evangelio en la sociedad.
HOAC DE CÓRDOBA
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