El arte de tostar garbanzos en Baena: una tradición que resiste el paso del tiempo

José Escavia y su ayudante en la Fuente Baena

José Escavia, maestro garbancero con más de 30 años de experiencia, revive en la Fiesta de los Garbanzos una forma única y artesanal de preparar este producto típico, con ingredientes sencillos, paciencia y el saber que solo da la práctica.

En la Fuente Baena, durante la celebración de la Fiesta de los Garbanzos, se esconde un arte que ha sobrevivido gracias al empeño de quienes se niegan a dejar morir las tradiciones. José Escavia, a sus 77 años, es uno de los últimos guardianes de una técnica casi desaparecida: la preparación artesanal de los garbanzos tostados, un legado cultural que forma parte de la memoria colectiva del municipio.

«Esto no lo sabe hacer nadie ya», afirma con humildad, pero con la convicción del que conoce bien su oficio. Y no es para menos. Durante décadas, Escavia ha sido el rostro visible de esta costumbre, utilizando un sistema tradicional que requiere garbanzos del tipo “comunistas” —no sirven los de guisar—, yeso, agua, barro de crea y unos ladrillos del 8 para montar una hornilla improvisada donde los garbanzos, tras unos 20 o 25 minutos de agitación constante, alcanzan su característico punto crujiente.

«Todo está en saber el punto», dice José, que reconoce que no es fácil transmitir ese conocimiento. Por eso este año se ha propuesto enseñar a un ayudante joven, consciente de que estas prácticas corren el riesgo de perderse. “Yo ya mismo no puedo”, confiesa.

Escavia recuerda con nostalgia aquellas fiestas de antaño que duraban hasta tres días, con tómbolas, caballitos y columpios, “venía más gente que ahora”. En aquellas celebraciones, los garbanzos tostados eran el snack estrella, y no era raro vender hasta 70 kilos en una noche. Hoy la fiesta es más moderna, pero gracias a su participación, se ha recuperado el tueste en vivo, una experiencia que atrae a mayores por su recuerdo y a jóvenes por su curiosidad.

Aunque el precio del kilo se ha disparado y los beneficios son más simbólicos que económicos, José este año ha querido estar en la fiesta, en el mismo lugar de siempre, por amor a la tradición. “Esto es para animar la fiesta, ya está”, sentencia con una sonrisa.

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