Los arreos de portero de Manuel Ortíz Flores en el Museo de Alberto Rosales Muñoz del Instituto de Baena

“Mis arreos de portero”, dijo Manuel Ortiz Flores al descubrir el cuadro acristalado  en el que se encontraba parte de su historia como guardameta de fútbol en los campos de tierra y piedra de Baena y su comarca.
Ortiz ha donado al Museo del Deporte Alberto Rosales Muñoz, sus coderas, rodilleras, guantes y musleras, que se colocaba antes de ponerse bajo palos y que tantas veces no le libraban de llegar a casa con la piel rasgada y sangrada en rodillas, caderas y codos.
Y ya en sus tiempos de portero de balonmano, tampoco se libraba de los balonazos en la cara, entonces no sancionados como ahora por el reglamento.
Con 50 años, se graduó como alumno    en el ciclo de Técnicas de actividades en la naturaleza y el deporte   del instituto de Baena (TAFAD), ha recibido ese homenaje esta mañana.
En él,    el director del centro, Antonio García, le confesó que era su ídolo bajo palos de aquella época.
Ortiz Flores también practicó otros deportes como el baloncesto, bádminton o natación, aunque no al nivel del balonmano que le llevó a ser campeón escolar de Andalucía o del fútbol que le condujo a   la Selección cordobesa.
Ha pasado buena parte de su trayectoria profesional relacionada con el deporte en los despachos.
Logró ser funcionario del Ayuntamiento de Baena, privándole ese ingreso de su intención de estudiar Educación Física y ser gerente de instalaciones o responsable del PLAS (Plan Local de Acción en Salud). También ha desempeñado cargos en la Federación Española de Bádminton, en la Cordobesa de Natación que ha   presidido, al tiempo que fue cofundador de distintas asociaciones y club en su ciudad.

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